lunes, 25 de abril de 2011

Elecciones Perú: ¿Cáncer Versus Sida?

Marcos Villasmil (Venezuela)

1) Como se esperaba, en el caso de la primera magistratura no ha habido candidato que obtuviera la mayoría absoluta, por lo tanto habrá una segunda vuelta en junio. Ha quedado, sin embargo, el peor escenario posible: Ollanta Humala contra Keiko Fujimori.

ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DE ESTAS ELECCIONES

2) En la elección congresional, había 1518 candidatos -921 hombres, 597 mujeres- que se disputaron los 130 curules que forman la cámara de diputados. Sea quien sea el nuevo presidente, estará en evidente minoría en el parlamento unicameral; pero, por otra parte, tendrá una oposición muy dividida, sin partidos realmente fuertes.

Dentro de un universo de casi 20 millones de electores, los menores de 29 años –oficialmente, los votantes jóvenes- eran 6.410.189, un tercio del electorado. De ellos, 3.455.000 eran primeros votantes. Hay una particularidad generada por la legislación peruana: 41 adolescentes de 17 años, y 2 de 16 años pudieron sufragar, por haber contraído matrimonio o por haber obtenido ya un título oficial.

3) La campaña electoral ha sido bastante trivial, escasamente motivadora, y con pocas dosis de imaginación. Así, el escepticismo y la duda han prendido en muchos electores.

4) Dos características llaman inmediatamente la atención en estas elecciones peruanas. La primera, que el partido de gobierno, el antiquísimo APRA, no presentó al final candidato presidencial, solo candidatos al parlamento (sin tener todavía los resultados parlamentarios finales, parece ser que el partido de Alan García salió muy mal). La verdad es que sí postuló candidato, la ex-ministra de economía Mercedes Aráoz, quien los dejó con la bola en la mano, renunciando a la candidatura el pasado enero por diferencias sobre la conformación de las listas electorales (en su opinión, al parecer habría más de un candidato aprista que más que currículo lo que tenía era prontuario). La segunda, que los candidatos presidenciales que podrían considerarse como representantes de las tendencias más democráticas y modernizadoras, eran no uno o dos, sino tres: Alejandro Toledo (ex-presidente que buscaba la reelección), Pedro Pablo Kuczynski (ex-ministro) y Luis Castañeda (ex-alcalde de Lima). Así no se puede. Una tendencia desgraciadamente muy vista en nuestra historia latinoamericana: la división y la incapacidad de coaligarse de los demócratas le abre paso a demagogos y antipolíticos, como Humala o Fujimori.

5) La clase política peruana, como en muchos otros países, no parece estar a la altura de sus ciudadanos, de los retos de la postmodernidad, de las sociedades complejas del nuevo milenio.

El sistema político, en especial sus partidos, sigue estando poco estructurado, fragmentado, e incluso para la definición de los respectivos liderazgos los partidos no juegan un papel fundamental. Es, la peruana, una variedad de democracia que requiere profundas dosis de institucionalización. Como ha editorializado hoy lunes 11 El Comercio: “Es fundamental para la estabilidad institucional constituir un sistema de partidos con estructuras democráticas, donde se les abra espacio a los jóvenes que son portadores de nuevas ideas y experiencias. (…) La falta de educación cívica y de partidos institucionalizados aparece, nuevamente, como el talón de Aquiles de nuestro sistema democrático.”

UNA NOTA TÉCNICA

6) Sirve esta elección peruana para resaltar, por comparación, algo que he dicho anteriormente y que no me cansaré de repetir: el modelo de elección presidencial venezolano (el llamado "Plurality Voting" o voto mayoritario) debe ser reemplazado. Es injusto e ilegítimo (sólo funciona con dos candidatos), permitiendo en casos en que exista una muy variada cantidad de candidatos, un ganador con porcentaje muy bajo.

Imagínate por ejemplo lo siguiente: si en Perú tuvieran el modelo de elección venezolano, Ollanta Humala, sin necesidad de segunda vuelta, y aparentemente con menos de un 30 por ciento del electorado, sería ya el presidente del país.

¿CÁNCER VERSUS SIDA?

7) Mario Vargas Llosa, ante la eventualidad de que se produjera un resultado con Ollanta Humala compitiendo en segunda vuelta contra Keiko Fujimori, consideró que el mismo sería equivalente a tener que escoger entre sufrir de cáncer o contraer sida.

Lo cierto es que si había en la carrera dos candidatos con características antipolíticas acentuadas, ellos eran la Fujimori y Humala. La primera, porque su aval mayor para entrar en política es ser la hija y llevar el apellido del más reciente caudillo antipolítico del Perú, hoy preso. Un hombre que quiso eternizarse en el poder y que terminó huyendo al Japón de sus ancestros, para luego negociar su retorno y enfrentar la justicia peruana. Humala, más allá de sus promesas de no ser como Chávez, de haber madurado, de que en su gobierno no se afectarían los avances sobre todo económicos logrados por su país en lo que va de siglo XXI, no puede negar, al igual que su querido amigo, su pasado como golpista, su inexperiencia absoluta en el ejercicio de una función pública, y su nacionalismo ponzoñoso.

Vargas Llosa, recordando hoy lunes 11 una frase famosa de su novela Conversación en la Catedral, “cuándo se jodió el Perú”, afirmó: “hay la posibilidad de que ahora se joda bien.”

Los peruanos han hablado. Falta la segunda vuelta. Que Dios los ilumine, porque ellos mismos, solitos, sin ayuda ni influencia de nadie, se han colocado en el dilema en que se encuentran.

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