miércoles, 29 de junio de 2011

Vivir y morir de rodillas


Luis García Montero

10 abr 2011

En su libro El refugio de la memoria (Taurus, 2011), escrito mientras una esclerosis lateral iba paralizando su cuerpo hasta llevarlo a la muerte, el historiador Toni Judt escribe una afirmación tajante: “Sabemos perfectamente que la fe sin límites en los mercados desregulados mata”. Judt, que durante muchos años denunció las dictaduras del socialismo real, muestra un interés angustioso en explicar que el neoliberalismo, actual devorador de los sentimientos sociales, se ha convertido en una nueva consigna totalitaria. Según afirma él, la mejor manera de medir el grado de esclavitud en el que una ideología mantiene a un pueblo es la incapacidad colectiva para imaginar alternativas. La sensación de impotencia define bien el estado con el que muchos ciudadanos, envueltos por una degradación alarmante de la realidad democrática, con una economía cada vez más injusta y una soberanía cada vez más limitada, soportan los dictados oficiales de los responsables de las instituciones financieras. Todo se resuelve en un diagnóstico: ustedes deben ganar menos y perder derechos para que los especuladores tengan mejores beneficios. Y quien quiera separarse de esta lógica parece condenado al abismo.

El neoliberalismo mata. Me acuerdo de Toni Judt al leer un estudio publicado por David Stuckler en el British Medical Journal, “Crisis presupuestaria, salud y programas de bienestar social”, en el que se analiza la relación entre los recortes de los gobiernos europeos y el aumento de la mortalidad. Ahorramos a costa de adelantar nuestra llegada a la tumba. Las muertes por tuberculosis aumentarán en Europa un 4,3 % y un 1,2 % la mortalidad cardiovascular. Este es el horizonte vital en el que la derecha civilizada que gobierna en Catalunya anuncia que reducirá un 10 % su inversión sanitaria, uniéndose al club de los desmanteladores de la sanidad pública, encabezado por las comunidades de Madrid y Valencia. Según las encuestas, los ciudadanos van a agudizar con su voto en las próximas elecciones esa tendencia ideológica a la privatización sanitaria. Vivimos y moriremos de rodillas.

La dirección política parece clara. Se trata de expulsar de la sanidad pública a las clases medias. El que pueda que pague su propia salud. La atención pública atenderá sólo a los más pobres. Y claro está, como denuncia con frecuencia el diputado Gaspar Llamazares, una medicina para pobres está condenada a ser una pobre medicina, una oferta caritativa de servicios en vez de un derecho universal. Los ciudadanos serán unos irresponsables si se empeñan en mantener sus derechos. Ellos tendrán la culpa de todas las desgracias al reclamar un gasto insostenible. Frente a eso la mejor receta neoliberal implica el recorte de inversiones públicas y la confianza en la iniciativa privada.

¿Recortar inversiones? Aunque la ideología totalitaria del neoliberalismo nos impida imaginar alternativas, los datos reales son tozudos. El nuevo hospital de Asturias, puesto en marcha con inversión pública directa, ha costado 350 millones de euros. El hospital de Majadahonda, con menos camas, gracias a la inestimable colaboración de la iniciativa privada, nos cuesta 1.250 millones. Un informe de la UGT (¡qué incómodos son siempre los sindicatos!) demuestra que una cama de hospital, en concertación con la iniciativa privada, cuesta un 30% más que en la sanidad pública. ¿Necesitamos ahorrar? Pues atención a este dato analizado por CCOO. Los ochos hospitales de Madrid creados a través del método PFI (iniciativa de financiación privada) costarán unos 5.000 millones. La inversión pública directa hubiese reducido el gasto a 700 millones. Después de que estallara la burbuja inmobiliaria, ya podemos suponer dónde fue a esconderse la especulación que tanto anima los entresijos madrileños de Esperanza Aguirre. Y para los partidarios del copago como camino y fe de ahorro, otro dato: el gasto farmacéutico español, ámbito en el que se ha instalado tan buen consejo, duplica la media del gasto europeo.

El totalitarismo de la ideología neoliberal tiene que ser muy fuerte para conseguir que comulguemos con estas ruedas de molino. Toni Judt murió de parálisis. A nosotros nos va a pasar lo mismo como no seamos capaces de imaginar una alternativa.

Rebélate

Madrid, 14 de abril de 2011

Artículo publicado por Vicenç Navarro en el diario PÚBLICO.

Este artículo cuestiona las tesis ampliamente extendidas en los establishments políticos y mediáticos del país de que las medidas altamente impopulares impuestas por el estado español (tanto central, como autonómico), responden a las exigencias de factores externos como los mercados financieros. El artículo señala que este énfasis sobre los factores externos diluye la importancia de los factores internos, que son los determinantes de tales políticas. Tales políticas responden a una enorme concentración de poder financiero y empresarial que está dañando no sólo el estado del bienestar, sino la democracia en España, ampliándose la distancia existente entre los gobernantes y los gobernados. El artículo concluye con la necesidad de movilizaciones para recuperar la democracia en España, pero es plenamente aplicable a la realidad que se vive en nuestro país..

Este artículo es una reflexión sobre el presente tomando el pasado como guía de a dónde debiéramos ir. Después de todo, los valores republicanos son la máxima expresión de los valores democráticos que tendríamos que sostener en un sistema político, en el cual cada ciudadano tuviera la misma capacidad decisoria en la gobernanza del país, sin cortapisas o leyes electorales que den más peso a unos que a otros, como está ocurriendo en España. La Transición inmodélica de la dictadura a la democracia produjo una cultura escasamente democrática y un proceso electoral que estaba diseñado –como han reconocido algunos de sus diseñadores– para debilitar a amplios sectores de las izquierdas. Ello ha determinado que, aun cuando las encuestas muestran que la mayoría de la población española está en el centro-izquierda e izquierda, las políticas de izquierda (a pesar de grandes avances) no han dominado la mayoría del comportamiento legislativo durante el proceso democrático. El sustancial retraso del Estado del bienestar español (con el gasto público social per cápita más bajo de la UE-15), 30 años después de la democracia, es un indicador de ello.

Nuestro sistema electoral es poco representativo y se nota. Y esta escasa representatividad en las Cortes españolas (que se reproduce en los parlamentos autonómicos) va acompañada de unos partidos, la mayoría de los cuales están enormemente influenciados por los mayores medios de información y por grupos de presión, entre los cuales, el capital financiero es esencial. Así, hemos visto cómo se ha desarrollado casi un consenso en los establishments políticos y mediáticos del país sobre la necesidad de retrasar la edad de jubilación de 65 a 67 años, propuesta legislativa del Gobierno que fue aprobada casi por unanimidad en las Cortes españolas. Este casi consenso contrasta con la enorme impopularidad de tal medida entre la ciudadanía, la gran mayoría de la cual se opone. Según la Constitución española, el poder del Estado deriva de la voluntad popular. Pero, si comparamos qué es lo que la ciudadanía desea por un lado y lo que las distintas ramas del Estado (y, muy en especial, la rama legislativa y ejecutiva del Estado) aprueban por el otro, el contraste es significativo.

Otro ejemplo de ello son las medidas que el Estado ha tomado para salir de la crisis (desde la congelación de las pensiones a los recortes radicales que se están aplicando a los ya subfinanciados servicios del Estado del bienestar). Las cotas de impopularidad de estas medidas son muy altas, lo cual no es obstáculo para que se realicen, promovidas por la mayoría de los medios de mayor difusión. Tales medios editorializan y repiten machaconamente que no hay otras medidas posibles en respuesta a factores “externos”, en este caso, los mercados financieros. Acentúan con gran intensidad lo de “externos” a fin de diluir las responsabilidades internas. Pero lo externo es una mera excusa para realizar lo que los establishments financiero, empresarial, político y mediático han deseado siempre: debilitar al mundo del trabajo para optimizar los intereses del capital. Es lo que solía llamarse “lucha de clases”.

Naturalmente que las clases sociales van variando y su conflicto se expresa de muchas formas. Pero hoy este conflicto es de la gran mayoría de la población (clase trabajadora y la mayoría de las clases medias) frente a una enorme concentración de poder financiero y económico español que, en alianza con sus aliados extranjeros, está imponiéndose a la mayoría de la ciudadanía. Por ejemplo, para reducir el déficit, en lugar de congelar las pensiones y recortar los gastos en sanidad, educación, servicios domiciliarios y otros, se podrían haber conseguido 35.000 millones de euros mediante las cargas impositivas de los sectores más privilegiados (sin afectar a la mayoría de la población), tal como han sugerido los inspectores de Hacienda del propio Ministerio de Economía. Es más, mediante la corrección del enorme fraude fiscal –que beneficia primordialmente a la banca, a las grandes empresas y a las rentas superiores (eliminando, por ejemplo, los paraísos fiscales), así como revirtiendo las reducciones fiscales regresivas llevadas a cabo en los últimos 15 años– podrían obtenerse 80.000 millones de euros más.

No es, pues, lo “externo”, sino lo “interno” lo que está obstaculizando la expresión del proceso democrático. Y la ciudadanía es consciente de ello. Encuesta tras encuesta muestra el desapego de la ciudadanía hacia la clase política y hacia los gobernantes. Nuestra democracia está seriamente amenazada. De ahí la urgencia de movilizaciones para continuar la lucha iniciada por las generaciones anteriores en defensa de la democracia. Nuestros padres lucharon para defender la democracia y fueron brutalmente reprimidos como consecuencia de su derrota. Mi generación luchó en los difíciles años cincuenta, sesenta, y más tarde en los setenta, oponiéndose a la dictadura. Fue esta lucha y otras las que fueron responsables del fin de la dictadura. No hay que olvidar nunca que, aun cuando Franco murió en la cama, la dictadura murió en la calle.

Y es ahora cuando hay que luchar para recuperar la democracia que está siendo secuestrada, en la que el Estado está tomando posturas sistemáticamente en contra de la mayoría de la población y en contra de su deseo. Esto es indignante y requiere movilizaciones populares basadas en los valores republicanos que exijan al Estado que responda a la sociedad y no, como está ocurriendo ahora, que se imponga a ella.

Está quente

Miriam Leitao

O secretário de Desenvolvimento do Rio, Julio Bueno, diz que recebe uma visita por dia de empresário anunciando investimento; o Instituto de Desenvolvimento do Varejo conta que as grandes lojas continuam com vendas aquecidas; a Zona Franca de Manaus continua trabalhando em ritmo acelerado; produtores de máquinas reclamam da concorrência chinesa.

A economia brasileira está com crescimento forte em vários setores mas está com problemas, em outros. O varejo continua dizendo que sente uma pressão forte da demanda; alguns segmentos industriais reclamam e reduzem investimento por causa do câmbio. Para saber se a economia está fria ou quente, não basta tomar a temperatura uma única vez.

Uma das complicações é a comparação com anos anteriores. Este ano, o Carnaval foi em março, a Semana Santa, em abril. O economista José Roberto Mendonça de Barros disse que teve que tirar os efeitos sazonais dos dados e ponderar por dia útil. Assim, chegou à conclusão de que, apesar de se falar que está havendo desaceleração forte em automóveis, de janeiro a abril do ano passado houve 12.300 emplacamentos novos por dia; este ano, foram 12.200. Ou seja, praticamente não houve queda. A média de abril foi de 13.800:

— Isso em parte é tocado pelo aumento de salário. O salário inicial do comércio subiu 10% real; o da construção civil, 6,6%.

Ele constata nas conversas nas empresas e nos indicadores que o país continua crescendo. O IBC-Br, o índice de atividade econômica do Banco Central, por exemplo, teve alta de 1,3% no primeiro bimestre; o que anualizado dá 5% de crescimento.

— Nós estamos mantendo a previsão de 4,5% de crescimento este ano — diz.

Outros economistas e consultorias já fizeram revisão para níveis mais baixos, mas isso significa que o ritmo terá que cair muito nos próximos meses porque o ambiente parece aquecido para quem conversa com empresas do varejo.

A diretora-executiva do IDV, Fabíola Xavier, disse que para o comércio o crescimento continua:

— Houve uma pequena queda em março, mas o varejo continua crescendo numa média de 7%. Em geração de emprego, foi o melhor fevereiro desde 2003. Não chega a faltar produto, mas temos que correr para atender à demanda. E as empresas continuam abrindo lojas.

Eu perguntei em que áreas, ela disse que em bens de consumo duráveis, informática, papelaria, vestuário. Setores em geral.

Nas conversas entre o varejo e a indústria, no entanto, há muita reclamação sobre o câmbio. Várias empresas reclamam da dificuldade de competir com os importados.

O agronegócio está entrando na safra em momento de alta de preços de diversas commodities. Soja, açúcar, café, carne, vários produtos estão subindo. O café está com o melhor preço desde 1975, segundo Mendonça de Barros.E a soja brasileira é beneficiada pela queda da produção da Argentina. Mas ontem mesmo a informação do pólo de colheitadeiras no Rio Grande do Sul era de que estavam começando as emissões pela dificuldade de competir com as máquinas importadas da China.

O presidente do Sindicato das Indústrias de Aparelhos Elétricos, Eletrônicos e Similares de Manaus, Wilson Périco, contou que o setor está buscando alternativas ao fornecimento de peças do Japão, mas garante que até agora ninguém parou pela crise japonesa decorrente do terremoto, tsunami e desastre nuclear. Mas a Toyota anunciou ontem que vai parar temporariamente a produção no país durante uma parte do mês de maio. No mês passado, a queda da produção da empresa foi de 62%. Produziu no mesmo nível de 1976.

Assim está a economia brasileira, com vários sinais contraditórios. O BC baixou medidas para conter o crédito, mas o consumidor enquanto pode continua comprando. Foi elevado o IOF nas compras a crédito, mas o brasileiro sabe muito bem como contornar esse obstáculo: compra nos cheques pré-datados. O presidente da Firjan, Eduardo Eugênio Gouvêa Vieira, disse que esteve recentemente com várias empresas

e todos estão comemorando o ritmo.

— Conversei com sete sindicatos do setor de metalmecânico e todo mundo está sorrindo. Tenho falado com empresas do interior que estão fazendo investimento até em design de produto. Na Região Serrana atingida pelas chuvas as empresas pegaram empréstimos que esgotaram a linha de R$ 400 milhões oferecida a eles e estamos pedindo uma ampliação desse financiamento — diz o empresário.

O mesmo otimismo que se vê em Julio Bueno sobre o crescimento do Rio:

— Um dia, recebo a Rolls- Royce falando em investir aqui; no dia seguinte, a Nestlé avisa que pensa em se instalar em Três Rios; a Alpargatas quer vir para o Rio. Há 120 empresas candidatas ao nosso incentivo. Há muito interesse em instalação de térmicas a gás no Rio ou de instalação de empresas para fornecer para a Petrobras. Com o ciclo das commodities, o Rio se beneficia exatamente por ser um exportador de commodities. Isso sem falar nos eventos na cidade. Há 16 a 17 hotéis vindo para o Rio.

Uma das vantagens que o Rio está tendo é com a alta do petróleo, porque a receita de impostos é derivada do preço internacional. O estado fez o orçamento com base em US$ 65 o barril e ele está chegando a US$ 130.

Todas as pessoas com as quais falei ontem admitiram que um problema ronda todo esse bom momento: a inflação. Mendonça de Barros contou que recentemente uma empresa mostrou a ele todos os seus itens e custos. Todos haviam subido fortemente. Como há demanda para os seus produtos, ela repassará para os preços.

EM central banks are doing Fed’s dirty work


By Richard Bernstein

US investors are increasingly fearful of inflation. Every cycle has some growth in headline inflation, but there is a big difference between such normal, cyclical pricing pressure and the rising fear that the US economy is somehow mutating into that of a developing markets country.

Ironically, emerging market central banks’ recent monetary tightening is likely to prevent US inflation from getting out of control and could actually prolong the US economic cycle.

“Printing money” is today’s derogatory description of what was once simply called “monetary stimulus”. Some observers, distorting basic monetary theory, argue that monetary stimulus itself causes inflation. In fact, it is only the combustible combination of printing money and creating credit that stokes inflationary fires. With credit growth in the US still moribund, its M2 growth is currently less than 5 per cent.

Monetary theory states that an economy cannot sustain an abnormally high inflation rate without abnormally high credit growth that stimulates abnormal demand. Consider the recent housing bubble.

Abnormal growth in housing-related credit caused abnormal demand for housing, which in turn caused abnormal inflation in home prices. The US might experience some normal, cyclical pricing pressures (indeed, the trough in the headline US consumer price index occurred nearly two years ago), but sustained above-normal inflation seems unlikely unless credit growth begins to expand rapidly to stimulate demand beyond available supply.

It is easy to blame the Federal Reserve for the recent increase in US inflation, but analysis suggests that investors may be faulting the wrong central bank. Whether they realise it or not, US investors’ current inflation fears are more closely related to emerging markets’ loose monetary policies and resulting strong local-market credit growth than to the Fed’s policies and US domestic credit growth.

Abnormal credit and money-supply growth in the major emerging markets have been spurring abnormal inflation exactly as monetary theory would suggest. Monetary growth during the past 12 months in Brazil, Russia, India and China now ranges between 15 per cent and 30 per cent. These are the highest monetary growth rates among the major economies. Very loose credit conditions have boosted excess demand, which has led to significant and rising rates of inflation. In fact, the Bric countries now have among the world’s highest inflation rates. Consistent with theory, high rates of credit growth have overstimulated demand, which has led to high rates of inflation.

Emerging market central banks have been tightening monetary policy to curtail credit growth and slow aggregate demand. If they are successful, the recent uptrend in commodity prices might end. It has been widely accepted that the incremental demand for commodities during the past decade has come from the emerging markets. That incremental demand has been fuelled in part by the easy money and credit conditions noted. However, it might be a mistake to extrapolate from past demand trends, especially in light of emerging market central banks’ increasingly tight policies.

Yield curves are very good forecasters of future economic and profits growth. Whereas the US yield curve remains very steep (with higher interest rates over longer maturities), suggesting robust growth, yield curves in many parts of the world are demonstrably flattening as their central banks’ tightening policies take hold.

India, for example, has one of the world’s flattest yield curves, with the spread between one- and 10-year interest rates now only about 35 basis points. A year ago, that spread was over 250bp. By our estimates, India’s curve might invert over the next several months. Historically, inverted yield curves have consistently signalled significant economic slowdown, if not outright recession.

The emerging markets are increasingly showing characteristics of late cycle economies: inflation ramping up, monetary tightening, yield curves flattening and overly optimistic earnings forecasts (with 45 per cent of emerging market companies reporting negative earnings surprises during the last reporting period).

The US economy, on the other hand, continues to demonstrate early- and mid-cycle traits. For example, growth in US industrial production is now positive in 30 of the 32 industrial categories measured by the Fed.

It appears that the US economic recovery is slowly turning into a broad-based expansion, but instead of welcoming this improvement, investors are growing wary that the Fed will soon embark on a policy of monetary tightening.

If emerging market central banks ultimately succeed in curbing local credit growth and cooling their economies, then the commodity inflation in the US that presently scares so many investors will probably subside. Emerging market central banks are effectively doing the Fed’s dirty work and US assets might be the biggest beneficiaries.

Boi na linha

Miriam LeitaoO JBS-

Friboi não tem condições de garantir que não está comprando boi de fazenda de desmatamento ilegal. A empresa tem apenas condições de garantir que se o pecuarista entrar na lista dos desmatadores ou dos que praticam trabalho escravo sairá automaticamente do grupo de fornecedores do frigorífico. Foi o que me disse o presidente do Conselho de Administração do JBS-Friboi, Joesley Batista.

— O JBS não tem poder de Estado. Não tem o poder de montar o controle. O Estado me dá a lista dos que desmataram ou praticaram trabalho escravo e eu cumpro a minha parte. Se o cara não está na lista, como vou saber se ele desmata ou não? Minha missão não é de polícia — disse.

Recentemente, o frigorífico, maior empresa de proteína animal do mundo, uma multinacional brasileira, foi acusado pelo Ministério Público do Acre de comprar carne de fazenda embargada pelo Ibama ou de fazenda autuada por trabalho análogo ao de escravo. Escrevi sobre isso aqui na coluna, ressaltando o fato de que o BNDES não é apenas financiador, mas sócio do frigorífico, tem 20% das ações. O banco, aliás, é também o gestor do Fundo Amazônia. Difícil entender tanta contradição.

No dia que escrevi a coluna, tentei falar com o frigorífico, como tentei todas as vezes em que tratei de questões relacionadas à empresa. Esta semana, a empresa procurou a coluna. Ontem, conversei longamente com o presidente. As explicações que ele deu não me convenceram, mas conto aqui porque ajudam a esclarecer um pouco a complicada questão da pecuária na Amazônia. Uma empresa que fatura US$ 40 bilhões por ano, como ele me disse, deveria ter um sistema de controle dos seus fornecedores, mas ele considera que isso é função do Estado. No entanto, no pacto fechado entre frigoríficos, ONGs, órgãos governamentais e Ministério Público, o JBS se comprometeu, junto com outros grandes do setor, como Marfrig e Minerva, a garantir exatamente isso: que não comprariam de quem desmata ou pratica trabalho escravo. Ao fim do prazo negociado, eles pediram mais seis meses para cumprir o prometido. Agora, ele me disse que só pode garantir que se a empresa for flagrada pelo governo praticando qualquer dos dois crimes estará fora da sua lista de fornecedores, mas não acha que é seu dever ter controle sobre a cadeia produtiva da empresa.

Sobre a ação do Ministério Público do Acre, Joesley Batista disse o seguinte:

— Foi um equívoco. Temos sofrido com isso. O Ministério Público tem todo o direito de abrir uma investigação, mas abrir um inquérito não quer dizer que provou que houve alguma coisa errada. Mas aí sai a notícia. É apenas um início de investigação. Além do mais, tem que se saber quando houve o fato na fazenda. Eu posso comprar hoje de uma fazenda, ela é autuada amanhã, eu não tenho culpa.

O procurador Anselmo Henrique Cordeiro Lopes, do Ministério Público do Acre, contou que não era um início de investigação, mas uma investigação concluída, e por isso foi proposta a Ação Civil Pública. Disse que eles entraram com a Ação porque verificaram, através das guias de transporte animal, que 14 dos 50 frigoríficos que atuam no estado, entre eles o JBS, tinham comprado carne de fazendas que estavam embargadas pelo Ibama ou tinham sido notificadas por trabalho escravo. Isso, antes da compra da carne.

— A empresa tem sim como saber dos problemas porque mantém relações de longo prazo com seus fornecedores. Então é só conferir se as fazendas estão nas listas do Ibama ou do Ministério Público do Trabalho. A empresa não pode dizer que comprou gado antes de a fazenda entrar na lista. Quando conferimos as guias, temos o cuidado de olhar as datas para ter certeza de que a compra foi feita depois que a fazenda entrou na lista do Ibama ou do Ministério do Trabalho — disse o procurador.

O JBS assinou ontem mesmo um Termo de Ajustamento de Conduta (TAC) para encerrar a Ação Civil Pública do MP do Acre. Ao assinar o acordo, encerra-se a ação. O TAC funciona assim, a empresa se compromete a não adotar mais aquela prática, e a ação é encerrada. Assim, evita-se o processo judicial. A empresa se comprometeu nesse TAC, assinado ontem, a deixar de comprar carne oriunda de áreas embargadas por órgãos de fiscalização ambiental, desde que a informação conste em lista oficial e esteja disponível na internet. Ela se comprometeu também a não comprar boi de terras indígenas. Além do MP do Acre, assinaram o acordo os procuradores de Rondônia, Amazonas, Roraima, Pará, Tocantins, Maranhão e Amapá.

Joesley tinha dito inicialmente na conversa comigo que era “absolutamente falsa” a acusação, depois disse que tinha sido apenas uma abertura de investigação, mas ontem mesmo estava assinando o Termo de Ajustamento de Conduta que, como o nome indica, quer dizer mudar a conduta. Perguntei por que ele havia pedido aos assinantes do pacto pela carne legal, como os supermercados aos quais fornece, mais seis meses para dar a garantia de que seus fornecedores não desmatam. Ele disse que a empresa é muito grande, tem 34 unidades, abate 30 mil bois por dia, seis milhões por ano.

Tamanho deveria dar à empresa mais possibilidade de ter um controle maior sobre sua cadeia produtiva e sobre sua lista de fornecedores. Empresas modernas têm que trabalhar exatamente para garantir ao consumidor que o produto que ele consome é de boa procedência, seja em termos sanitários, ambientais, trabalhistas. Por ser grande, a empresa poderia usar seu poder para ajudar a modernização da pecuária brasileira. Se quisesse.

What Government Does




By DAVID BROOKS

We in the commentariat spend a lot of time reporting on the White House and the U.S. Capitol, but relatively little time reporting on the dozens of federal buildings around them where public policy actually gets executed. We engage in debates about the size of government but spend little time directly observing what government is and isn’t good at.

To help compensate, I spent some time this week at the Department of Housing and Urban Development. It is headquartered in a dispiriting 1960s building that is brutalist on the outside and dreary within — 10 stories of basement, as the employees say.

The secretary, Shaun Donovan, was trained as an engineer and is a numbers guy. He learned from his experience as New York City’s housing commissioner that you can’t fight social problems like crime and homelessness unless you have good data. So he helped create a program called HUDStat, which tracks homelessness among veterans and the results of the various efforts to combat it.

I observed a strategy meeting led by Donovan and Scott Gould, the deputy secretary of the Veterans Administration, with about 30 career personnel and political appointees. The purpose of the meeting was to see which regions were doing a good job of getting the veterans treatment and housing vouchers, and which weren’t. (Democrats seem to feel comfortable using vouchers to address housing problems but not education and health care problems.)

The career workers at the meeting were impressive. They made short, highly informed presentations and answered arcane questions about legislative history. They had achieved a herculean task of getting two government agencies to agree on a single data set, a single methodology and a single progress report.

Homelessness touches many government services, from housing to education, and the federal workers presented complicated flowcharts trying to organize overlapping programs into one coherent system. How do you set up services for a homeless female veteran who has a drug addiction, psychiatric problems and is a victim of domestic violence? If a federal agency issues housing vouchers, how should it alert the local housing authority that more residents are on the way?

The HUDStat report is blunt about which state and local departments are efficiently moving veterans into housing (Indiana and Ohio) and which is lagging behind (California).

The career people treated the political people with almost military deference. The career people often spoke about managing the organizational structures and establishing clear rules for case-workers; Donovan and Gould spoke more about the experience of the veterans on the street and probed for ways to move everything faster:

Can we use money from other voucher programs to get the veterans security deposits? Probably not, the accounting issues are too complex. How long does it take between a homeless veteran’s first contact and actually moving in? The norm is 127 days. Can we reduce that wait time to 10 days? No, but maybe 90 is possible. Even though the 2011 budget was passed late, can we use some of that money quickly so legislators will be pleased when budget time comes up again in 2012? Yes.

Unlike some political appointees, Donovan and Gould are deeply involved in the intricacies and are powerfully driving policy. Many government efforts are designed to minimize failure and avert scandal. In this program, each region has a clear numeric definition of success. There are clear standards for how quickly veteran homelessness should be reduced year by year. So far, the program is surpassing its targets by 46 percent.

The big question I had was this: How large is the gap between the neatness of data on a bar chart and the messy reality on the street?

For example, 75 percent of veterans in the program have psychiatric, drug or alcohol problems. Under the old policy, social workers tried to get the veterans treated first and offered free housing as an inducement. Now the Housing First approach prevails: Get them the stability of an apartment, then treat their drinking, drug and mental issues.

That produces good homelessness data, but are ill and addicted veterans off their meds and menacing apartment buildings? Does the approach work as well for the severely ill? Does it work as well in sparsely served areas?

Donovan notes that research supports the counterintuitive Housing First approach. Some studies do, indeed, show modest benefits, but I was struck by the vast difference between the way a government sees the world — numerically and organizationally — and the gritty and unpredictable way the world sometimes looks to, say, a crime reporter or a homeless veteran himself.

Over all, visiting HUD was tremendously useful. Amid the hot-rhetoric government wars, it was important to see the talent and commitment of real-life government workers running a successful program — and to see the limitations inherent in government planning.

The Intimidated Fed

By PAUL KRUGMAN

Last month more than 14 million Americans were unemployed by the official definition — that is, seeking work but unable to find it. Millions more were stuck in part-time work because they couldn’t find full-time jobs. And we’re not talking about temporary hardship. Long-term unemployment, once rare in this country, has become all too normal: More than four million Americans have been out of work for a year or more.

Given this dismal picture, you might have expected unemployment, and what to do about it, to have been a major focus of Wednesday’s press conference with Ben Bernanke, the chairman of the Federal Reserve. And it should have been. But it wasn’t.

After the conference, Reuters put together a “word cloud” of Mr. Bernanke’s remarks, a visual representation of the frequency with which he used various words. The cloud is dominated by the word “inflation.” “Unemployment,” in much smaller type, is tucked in the background.

This misplaced emphasis wasn’t entirely Mr. Bernanke’s fault, since he was responding to questions — and those questions focused much more on inflation than on unemployment. But that focus was, in itself, a symptom of the extent to which Washington has lost interest in the plight of the unemployed. And the Bernanke Fed, which should be taking a firm stand against these skewed priorities, is instead letting itself be bullied into following the herd.

Some background: The Fed normally takes primary responsibility for short-term economic management, using its influence over interest rates to cool the economy when it’s running too hot, which raises the threat of inflation, and to heat it up when it’s running too cold, leading to high unemployment. And the Fed has more or less explicitly indicated what it considers a Goldilocks outcome, neither too hot nor too cold: inflation at 2 percent or a bit lower, unemployment at 5 percent or a bit higher.

But Goldilocks has left the building, and shows no sign of returning soon. The Fed’s latest forecasts, unveiled at that press conference, show low inflation and high unemployment for the foreseeable future.

True, the Fed expects inflation this year to run a bit above target, but Mr. Bernanke declared (and I agree) that we’re looking at a temporary bulge from higher raw material prices; measures of underlying inflation remain well below target, and the forecast sees inflation falling sharply next year and remaining low at least through 2013.

Meanwhile, as I’ve already pointed out, unemployment — although down from its 2009 peak — remains devastatingly high. And the Fed expects only slow improvement, with unemployment at the end of 2013 expected to still be around 7 percent.

It all adds up to a clear case for more action. Yet Mr. Bernanke indicated that he has done all he’s likely to do. Why?

He could have argued that he lacks the ability to do more, that he and his colleagues no longer have much traction over the economy. But he didn’t. On the contrary, he argued that the Fed’s recent policy of buying long-term bonds, generally referred to as “quantitative easing,” has been effective. So why not do more?

Mr. Bernanke’s answer was deeply disheartening. He declared that further expansion might lead to higher inflation.

What you need to bear in mind here is that the Fed’s own forecasts say that inflation will be below target over the next few years, so that some rise in inflation would actually be a good thing, not a reason to avoid tackling unemployment. Those forecasts could, of course, be wrong, but they could be too high as well as too low.

The only way to make sense of Mr. Bernanke’s aversion to further action is to say that he’s deathly afraid of overshooting the inflation target, while being far less worried about undershooting — even though doing too little means condemning millions of Americans to the nightmare of long-term unemployment.

What’s going on here? My interpretation is that Mr. Bernanke is allowing himself to be bullied by the inflationistas: the people who keep seeing runaway inflation just around the corner and are undeterred by the fact that they keep on being wrong.

Lately the inflationistas have seized on rising oil prices as evidence in their favor, even though — as Mr. Bernanke himself pointed out — these prices have nothing to do with Fed policy. The way oil prices are coloring the discussion led the economist Tim Duy to suggest, sarcastically, that basic Fed policy is now to do nothing about unemployment “because some people in the Middle East are seeking democracy.”

But I’d put it differently. I’d say that the Fed’s policy is to do nothing about unemployment because Ron Paul is now the chairman of the House subcommittee on monetary policy.

So much for the Fed’s independence. And so much for the future of America’s increasingly desperate jobless.