Número 24/abril-junio 2011
En el mes de marzo de 2011 El Presidente de Estados Unidos Barak Obama hará su primera incursión a los países situados al sur de México. Los elegidos fueron El Salvador en Centroamérica, Brasil y Chile en América del Sur. Muchos se preguntan ¿Por que Chile?
En las líneas que siguen trataremos de responder
Tiempo atrás cuando finalizaba la década del 1960, los gobiernos latinoamericanos se reunieron en Viña del Mar, Chile, y acordaron establecer una postura única frente a Estados Unidos. Fue el Canciller chileno, Gabriel Valdés, el encargado de dar a conocer los acuerdos al Presidente Richard Nixon. Y así lo hizo.
En la conversación surgió una áspera réplica del Secretario de Estado, Henry Kissinger , quien señaló a Valdés que la real política de poder se hacía en el norte del planeta y que el sur no pesaba. América Latina era irrelevante.
Posteriormente Kissinger, muy agradado por los planteamientos pro americanos del gobierno militar de Brasil e impactado por el peso geográfico y demográfico de ese país señaló: “Donde se inclina Brasil se inclina América Latina”.
Kissinger no tenía mucho conocimiento e interés por lo que pasaba al sur de Texas y de ahí sus reflexiones. No había percibido las realidades básicas del continente americano.
Existen tres grandes comunidades en el continente americano constituidas por los herederos de los Imperios de España, Inglaterra y Portugal. Los dos últimos generaron países dotados de extensos territorios como Canadá, Estados Unidos y Brasil.
Hispanoamérica se desintegró surgiendo países débiles y atrasados.
Sebastián Piñera Echenique, Presidente de Chile en la ONU. UN Photo/Rick Bajornas
La Historia y el lenguaje son elementos de gran importancia para la estructuración de la cultura, de las visiones de mundo y, en consecuencia, repercuten en la política.
Y entre los herederos de Castilla y Brasil existen diferencias importantes. No hay que olvidar que España y Portugal durante siglos fueron rivales y que ambos casi no tuvieron mayor contacto intelectual. De hecho se dieron las espaldas y miraron para otro lado Y esta rivalidad se traspaso a las tierras americanas.
Ello implica que Brasil puede ser el país más poderoso de América del Sur pero, en la realidad, influye poco en los grandes debates económicos, ideológicos o políticos de los de los países de habla hispana. Brasil nunca ha sido un modelo a seguir y sus pensadores son desconocidos en el resto de América Latina.
Kissinger hizo su tercer comentario: “Chile es una daga que apunta al corazón de la Antártida”. Es decir la marginalidad total. El papel geopolítico de Chile sería despejar los conflictos por territorio de los pingüinos y eventualmente, trazar cartas de navegación a las ballenas.
Y, sin embargo, Obama mira a Chile.
Para enfrentar esta paradoja hay que citar a mi amigo Luis Maira . “Chile tiene un liderato conceptual en América Latina”. Es decir genera ideas que influyen en el mundo de habla hispana y a veces, más lejos aún.
Y esta característica viene del primer tercio del siglo XIX ya que Chile fue capaz de constituir la primera República dotada de un Estado de Derecho, al sur de EEUU .Esta situación dio estabilidad política, orden y paz en un espacio territorial de la convulsionada América que “rezaba a Jesús en español” al decir de Rubén Darío. Y en varias oportunidades Chile fue mirado como un modelo a seguir; en el siglo XIX por su capacidad de gobernarse con eficacia y el XX por sus debates ideológicos.
Es así que el siglo pasado fue el centro de la polémica económica entre partidarios de un Estado planificador y los Chicago Boys. Fenómenos como la “Revolución en Libertad” de Eduardo Frei ,” La transición al socialismo” de Salvador Allende, de una dictadura modernizadora y cruelmente represora, como la de Augusto Pinochet y la “Transición a la democracia” de Patricio Aylwin, generaron partidarios y detractores en los confines del planeta. Es así que los estudiantes iraníes que se oponían al Sha desfilaban y gritan “Pinosha” para mostrar su repudio, o que en Filipinas se golpeaban cacerolas, técnica de la oposición chilena para protestar contra la dictadura de Marcos o que en Portugal, en 1974 la “Revolución de los claveles” se hiciera con el lema “El pueblo unido jamás será vencido”.
Más aún, caído el gobierno de Allende , Enrico Berluinguer, el líder comunista italiano, señaló que los cambios profundos en una sociedad tenían que apoyarse en una mayoritaria coalición política y que tenían que hacerse en democracia. En otras palabras, abjuró de la concepción clásica de la Revolución, preconizada por Lenin y que llevaba a la “dictadura del proletariado” para enfatizar la moderación y el libre juego de las ideas y los partidos. Berluinguer le propuso un “Compromiso Histórico” a la Democracia Cristiana para modernizar Italia, idea que no fructificó y fue el creador del ” eurocomunismo”. Y el trasfondo fue el análisis de la experiencia chilena de la Unidad Popular.
Iniciativas como la “Comisión de Verdad y Reconciliación” desarrollada durante el Gobierno de Patricio Aylwin fueron imitadas en varios países de América Latina, Asia y África .
Durante el Gobierno de George W. Bush la elite política chilena discrepó con las intervenciones militares de EEUU en el Medio Oriente y pronosticó su fracaso. Sin embargo, la Secretaria de Estado, Condoleeza Rice, a diferencia de Kissinger, demostró mayor capacidad para el diálogo y en varias oportunidades le pidió a su colega chileno, Alejandro Foxley una mayor participación de Chile en los asuntos latinoamericanos.
El cuadro global, en nuestros días, es desfavorable para EEUU; tiene problemas económicos graves, hay una revuelta en Oriente Medio que nadie sabe en que terminará, emergen otras potencias como China, India, la Unión Europea, Rusia, Brasil e Irán y el mundo deja de ser “unipolar”, si es que alguna vez lo fue.
Todo ello resalta la importancia de América Latina y Chile es considerado desde una perspectiva de mayor realce que simplemente cuidar a pingüinos y ballenas en la Antártida.
Obama va a Brasil y a Chile a dialogar y abrir espacios para una estrategia de EEUU adecuada a las nuevas realidades de poder, con los pies en la tierra y ya no con ilusiones de una grandeza que ya es parte del pasado de EEUU.
Alberto Sepúlveda
Presidente de ACHEI
Doctor en Ciencias Políticas y Sociología
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COMENTARIO DEL ABGDO.
BERNARDINO SANHUEZA PINO
Una acotación a propósito de “Kissinger, Obama, Chile y los pingüinos”
Alberto Sepúlveda ha esbozado varios temas de interés en el opúsculo que tituló: “Kissinger, Obama, Chile y los pingüinos”, que podrían ser el punto de partida para un interesante debate sobre ellos. Al respecto, y solamente con el objeto de bosquejar algunas preguntas que podrían ser de interés para un intercambio de opiniones, me permito referirme a lo expresado en relación con la existencia de “tres grandes comunidades en el continente americano constituidas por los herederos de los imperios de España, Inglaterra y Portugal” y la constatación que “los dos últimos generaron países dotados de extensos territorios como Canadá, Estados Unidos y Brasil” mientras “Hispanoamérica se desintegró surgiendo países débiles y atrasados.”
Desde luego, las trece colonias que formaron los Estados Unidos de América ocupaban a fines del siglo XVIII un territorio relativamente pequeño del continente americano y la mayor extensión correspondía a la colonización española incluyendo, entre otros, los actuales Estados de California, Texas, Nuevo México y Florida. ¿ Cuál podría ser la razón para que el imperio inglés promoviera la unión de sus colonias independentistas y al contrario no le hubiera sido más conveniente, como sucedió en la caso de las colonias españolas, que formaran Estados independientes?
Los grandes territorios que hoy tienen los Estados Unidos, Canadá y Brasil y también los grandes volúmenes de población que habitan al interior de sus fronteras, ¿no será más bien el resultado de procesos de desarrollo exitosos que en el caso de Estados Unidos le permitió comprar grandes territorios o adquirirlos por la fuerza de las armas?
Como sabemos, en el siglo XIX un porcentaje altísimo de la población de Europa emigró al continente americano. Esta emigración se dirigió preferentemente a los Estados Unidos y Canadá, aunque también a Argentina y Brasil que absorbieron una parte importante de esta migración. El proceso migratorio europeo del siglo XIX y su localización, ¿no explicará en parte importante el nivel de desarrollo de Estados Unidos y Brasil en el siglo XX ?
Los líderes de la independencia de las colonias inglesas tuvieron una visión política que les permitió convencer a sus conciudadanos que desunidos los Estados que habían surgidos del proceso de colonización no tenían porvenir y, al contrario, unidos en una federación podían aspirar a un mayor progreso y bienestar para sus habitantes. Los líderes de la independencia de las colonias del imperio español no tuvieron ni la visión política ni la fuerza suficiente para mantener unidos los Estados que surgieron del proceso de colonización, aunque existieron varios intentos fallidos en este sentido. El éxito de los padres fundadores de los Estados Unidos y el fracaso de los padres de la patria latinoamericanos, cuyas consecuencias se proyectan hasta el día de hoy ¿se pueden explicar diciendo simplemente que eso sucedió porque los exitosos eran herederos del imperio inglés y los fracasados herederos del imperio español?
No debemos olvidar que el gran desarrollo económico que experimentó el mundo a partir de la revolución industrial se dio en el hemisferio norte. Esta localización se acentuó, con sólo dos excepciones, después del término de la segunda guerra mundial. ¿ Esta realidad no podría explicar el éxito de los Estados Unidos más que la herencia del Imperio Inglés ?
Es cierto que los países del hemisferio norte que actualmente son desarrollados supieron aprovechar las oportunidades del desarrollo y no olvidemos que entre las causas de la independencia de las colonias del imperio inglés en América del Norte hubo un fuerte componente económico. La relativamente pequeña extensión territorial de las colonias que formaron los Estados Unidos quizás permitió que los líderes de su independencia pudieran actuar con mayor eficacia que los latinoamericanos unas decenas de años más tarde que tenían que operar en una inmensa extensión geográfica en el cual las comunicaciones eran difíciles y demandaban mucho tiempo. Esta pudiera ser una explicación parcial, no una justificación, para el fracaso de los líderes de la intendencia latinoamericana en conservar unidos los Estados que surgieron después de consumada la independencia del reino de España, lo que hoy podemos decir con certeza que fue la causa principal que esos Estados no alcanzaran los niveles de desarrollo de Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Alemania. ¿ Era posible esta unión en los comienzos del siglo XIX ? ¿ Fue el virus nacionalista, importado desde Europa, el que lo impidió? ¿ Dos siglos después, existe conciencia en nuestros pueblos de la ineludible necesidad de la integración para tener un lugar honorable en la vida internacional del siglo XXI ?
Estas son algunas reflexiones que me inspira el interesante opúsculo de Alberto y que puede ser conveniente profundizar en el marco de la elaboración de una política internacional que conduzca a la integración política y económica de los Estados que integran Latinoamérica.
Bernardino Sanhueza Pino